No existe un símbolo más grande para el catolicismo mexicano (y quizá para todo el catolicismo novohispano) que la Virgen de Guadalupe. Todos conocemos la historia: la Virgen María, presumiendo rasgos indígenas o por lo menos mestizos, se apareció en cuatro ocasiones al indio chichimeca Juan Diego Cuauhtlatoatzin en el cerro del Tepeyac.
El relato guadalupano narra que tras la primera aparición, la Virgen ordenó a Juan Diego que se presentara ante el primer obispo de México, Juan de Zumárraga, para decirle que le erigieran un templo. Ante el escepticismo de Juan de Zumárraga, éste pidió una prueba a Juan Diego. En la última aparición de la Virgen y por orden suya, Juan Diego llevó en su ayate unas flores que cortó en el Tepeyac, se dirigió al palacio del obispado y desplegó su ayate ante el obispo Juan de Zumárraga, dejando al descubierto la imagen de la Virgen María, misma que hoy en día cuelga en la Basílica de Guadalupe en la Ciudad de México.
¿Pero qué dirían si les dijera que la imagen que se encuentra hoy en la Basílica no es más que una réplica de la original? ¿Y que la original se ha perdido en el tiempo como resultado de una horrible apuesta?
Cuenta la leyenda que en agosto de 1894, don Joaquín Piedra de Almazán, un adinerado terrateniente de la ciudad de México, apostó con el entonces arzobispo Próspero María Alarcón y Sánchez de la Barquera quién podía tomar más vino de consagrar en una sola noche. A pesar de su gusto por el vino, el arzobispo perdió, y para pagar la apuesta le prestó la imagen de la Virgen de Guadalupe en el ayate original a don Joaquín Piedra, con la promesa de que lo regresara tan pronto terminaran los trabajos de remodelación de la basílica.
Sin embargo, llegó la Guerra de Independencia y entre el caos don Joaquín Piedra nunca regresó nada a la basílica. Años después sus hijos negaban que alguna vez hubiese tenido la imagen de la Virgen y, si la la tuvo, seguramente fue robada durante las guerras independistas. Así, se mandó hacer una réplica que supuestamente es la que cuelga al día de hoy en la Basílica de Guadalupe.
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